Bienvenidos al período más enriquecedor de las artes y la literatura, un momento en el que la poética y la estética fueron replanteados, para abrir la mente del hombre a nuevas formas de creación y ensoñación, !embriaguémonos juntos, con este alucinante movimiento! y no olvides:
El arte es la expresión de alma que desea ser escuchada.
ACTIVIDAD #1: Selecciona un Ismo y construye una historia que responda a su estructura. Mira mi propuesta desde el surrealismo que tanto amo:
Las flores ondeaban sus fragancias, ella caminaba palpando el crujiente
terreno que se agrietaba bajo la planta de sus pies, el frío azotaba su rostro
como intentando esculpir en vano.
Pasaron dos horas, ella seguía
dormitando en la levedad del campo, su cabello danzaba airoso al son de la
corriente, sabía que no había escapatoria, estaba vulnerable, la transparencia
de su salida, la dejaba expuesta ante el mundo, pocas cosas podrían alterar su
aparente armonía, que engañaba sutilmente la agonía que vivenciaba todo su
espíritu.
Solash caminaba sin rumbo, no recordaba a ciencia cierta quién era, lo que
deseaba, cada intento por indagar en su mente era un inevitable retorno al
vacío, sólo asociaba su dolor físico a una mirada que nunca olvidaría por más
que intentara dejarla en blanco. Cien
pasos más y su musculatura empezó a develar el maltrato, algunas heridas aún
expuestas sangraban sutilmente, no podía
encontrar una respuesta.
¿Qué había sucedido el día anterior?¿por qué por más que tratara, no
lograba retroceder ocho horas antes? Estaba aterrada, temía que lo que no
lograba traer al presente, hubiese sido tan fatídico, que terminara por
hundirla, presentía por la magnitud de sus heridas, que algo malo había de
pasar o quizás ya había sucedido.
Un águila se posa en la copa de un árbol, le mira fijamente como intentando
decirle algo; la joven caminaba, aceleraba el paso como quien estuviese huyendo
de lo inevitable, se sentía dando vueltas en círculo. Después de media hora, notó que el águila aún
la seguía, copa tras copa, proyectando su sombra sobre cada uno de sus
pasos. La zona rocosa lastimaba sus
piernas, las que de manera inevitable no podían evitar chocar contra ésta, pues
estaba atontada, su motricidad no le respondía.
Lo único que era visible aunque incomprensible era una marca rosácea en
la punta de su índice derecho.
Intentó limpiarla con agua de las orillas, restregaba su piel de manera
abrupta esperando borrar todo rastro de dicha marca, no lo logró, exhausta y
confundida se levanta del suelo, lo empieza a observar todo como si fuera a
través de un catalejo, el mundo se abría ante sus ojos, le gritaba
ardientemente intentando prevenirla. Sus
sentidos estaban enajenados por la belleza de lo circundante, el brillo del
atardecer obnubilaba todo lo que los ojos recorrían de manera lenta y
contemplativa. Todo parecía impregnado de rosas y azules que construían en el
camino una estela violácea, sentía en su interior una contradicción que le
asfixiaba, de repente, de manera inevitable, su espíritu se llenó de una
emoción aparente, ¿podría un ser humano ante tanta confusión sentirse tan
pleno? Nunca podría resolver dicho dilema.
De manera inesperada todo se oscurece, cientos de cuervos arrojan al suelo
a la joven, el dolor en sus piernas se agudiza, sus labios sangran. Aparece en un pasadizo sin salida, dos
elefantes le observan de reojo mientras leen a Kafka sentados frente a una
chimenea. -Tiempo sin verte- exclaman. Es bueno tenerte de regreso.
Solash corre aterrada, parecía inmersa en un cuadro surrealista, las
paredes se derriten a su paso, los techos caen intentando aplastarla, las
ventanas y puertas cambiaban su posición o desaparecen. La luz pasó de blanca a
rojo. De repente, mira sus muñecas, un
temblor intermitente recorre su cuerpo, varias heridas se abren por todo su
cuerpo, la sangre comienza a circular por los zócalos del corredor.
De manera estrepitosa, cientos de recuerdos se agazaparon en medio del
sutil correr del tiempo, como en una secuencia, las imágenes corrían velozmente
por su mente: los días en su cama encerrada evadiendo el mundo, las
flagelaciones permanentes por todo su cuerpo con la barbera, único recuerdo de
un padre que estuvo ausente toda una vida y el gran día, el día en que en medio
de una crisis nerviosa a causa de la muerte de su madre, toma la decisión de
acabar su vida y sin pensarlo corta
profundamente sus muñecas.
De repente, todo es rojo, los muros, los muebles, las cortinas, se desmaya.
Al despertar, el águila la observa, abre los ojos y sobre si tiene a un
paramédico intentando aplicarle la resucitación artificial, inyectándole aire a
sus pulmones, oprime su pecho, -señorita respire, tranquila todo está bien-.
Todo vuelve a ser rojo, el cuerpo empieza a levitar, de repente vuela, se
eleva sobre su cuerpo y escucha una voz: vuelve, vuelve. No, responde, nunca es tarde para volver a
empezar. Cierra sus ojos, sonríe y de
modo abrupto su cabeza se ladea. Hora
del deceso 12:30.
Regresa al pasadizo, decide entrar a la habitación en donde anteriormente
observó leyendo a los dos elefantes.
Después de fijar su atención durante un instante, empezó a ver como cambiaban
su forma, uno era su madre y otro su abuela, que la estaban esperando a la
entrada de la sala de espera, haciendo tiempo, mientras eran asignadas a su
nueva vida. -Tiempo sin verte- exclaman. Es bueno tenerte de regreso.
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